El padre del cantante ha esgrimido este dato como otra prueba más contra el médico personal de su hijo.
Una dosis excesiva e innecesaria del anestésico Propofol mató a Michael Jackson, aunque con un poco de suerte quizá pudiera seguir vivo. Aparte de que su médico personal, Conrad Murray, no atendió adecuadamente al cantante, el corazón de éste no aguantó la reanimación que por unos minutos le trajo de nuevo a la vida.
Y es que Michael sufrió un paro cardíaco que le llevó a la muerte, pero la insistencia de los médicos consiguió reanudar el pulso detenido. Durante 10 minutos, el corazón del cantante estuvo latiendo, aunque de forma tan débil que finalmente no consiguió mantenerlo y se paró para siempre.
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